Los ojos de Pepe se entrecerraron. Aunque quería capturar y lanzar a Rosina en la celda, quería saber de qué trato estaba hablando.
—Habla —dijo Pepe firmemente.
—Seré directa con mis palabras, Rey Pepe —Rosina tomó una profunda respiración. Lo miró con una expresión seria y alzó la voz—. Quiero que esta manada trabaje bajo mis órdenes.
—No —Pepe interrumpió a Rosina sin oír el resto de su declaración—. Lo que había dicho era suficiente para rechazar cualquier trato que ella ofreciera. Él no renunciaría a la manada, no importa qué.
Los lobos alrededor comenzaron a gruñir ya que Rosina amenazaba la posición de Pepe como su Rey, y ellos le eran muy leales.
—Como esperaba —se rio Rosina—. Sabía que sería difícil para Pepe aceptar ya que su orgullo como Rey y líder de la manada se vería empañado si aceptaba de inmediato.