Rosina jadeó al despertar. Su dolor corporal desapareció y solo pudo sentir un ligero hormigueo en su pecho y cabeza. Sus ojos estaban borrosos y se estaban ajustando a la luz.
Rosina estaba a punto de frotarse los ojos cuando sintió presión en su mano. Miró hacia un lado y vio a Draco sosteniendo su mano mientras la mitad de su cuerpo estaba en el suelo, sentado.
Draco dormía sosteniendo la mano de Rosina. Su respiración era lenta y tranquila, lo que la hizo sonreír.
Rosina no sabía cómo Draco había terminado en su habitación y en esa posición, pero su pecho sintió calor, y el amable gesto la hizo sonreír.
—Quiero hacer pipí —pensó Rosina cuando su vejiga empezó a palpitar pidiéndole que dejara salir sus jugos. Miró a Draco de nuevo, y su expresión facial pacífica la hizo sentirse débil. Rosina no quería perturbar su sueño.