Rosina cerró la puerta tras de sí mientras negaba con la cabeza, divertida. Había estado en la habitación de Draco y Maura durante tres horas, y ellos aún seguían dándole.
Maura estaba ya al borde del agotamiento, pero su cuerpo se adaptaba lentamente al tamaño del c0ck de Draco y a su agresividad.
—Eso sí que es un soplo de aire fresco —murmuró Rosina antes de bajar las escaleras hacia la taberna, ya que había tenido sed de ver a los dos teniendo sexo.
Pero una de las razones por las que Rosina salió de la habitación no era porque se cansara de verlos f*llar o el fuerte olor a sêmen sofocante en el aire. Era porque tenía sed de acción.
La mano de Rosina le picaba por matar, y esto se desencadenó cuando vio la cara de dolor de Maura mientras Draco la violaba con su enorme c0ck.
La taberna estaba repleta de clientes, especialmente hombres. Miraban embobados a las mujeres que bailaban en medio de la sala, llevando solo sus prendas íntimas.