Lucía miró el menú mientras echaba un vistazo a Joseph. —Los precios aquí son demasiado caros para ti —afirmó, sin rodeos y sin suavizar sus palabras.
—¿Te preocupa mi situación financiera? —Joseph rió entre dientes, descartando el comentario de Lucía mientras dejaba a un lado el menú tranquilamente. —No te preocupes, querida. Puedo manejarlo.
—No, yo puedo cuidar de mí misma —respondió Lucía con desinterés, imperturbable. Había preparado dinero en su bolso, lista para cubrir sus gastos si era necesario.
Joseph frunció el ceño al escuchar la respuesta de Lucía. Su ego quedó herido después de que Lucía rechazase su oferta, lo que solo lo hizo más ansioso por demostrarle que tenía dinero.
—Camarero —levantó la mano Joseph para llamar a un mesero que esperaba su señal.
Había solo unas pocas personas dentro, y no estaba abarrotado.
—¿Puedo tomar sus pedidos, Señor, Señora? —preguntó el mesero, observando a Joseph y lanzando una breve mirada a Lucía, quien parecía algo disgustada.