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Lucía permaneció en silencio dentro del carruaje con Daniel. La información que había recibido todavía era un shock para ella, y estaba recuperándose.
Daniel miró a Lucía. Estaba acostumbrado a la charla incesante de las mujeres, especialmente cuando estaban solas y trataban de captar su atención. Sabía que Lucía no estaba interesada en él, pero eso le hacía sentir curiosidad por ella.
—¿Por qué abriste una floristería? ¿Hay alguna razón en particular? —preguntó Daniel, intentando iniciar una conversación.
Lucía se sobresaltó y parpadeó un par de veces. —Ah, me gustan las flores —respondió ella.
—Te gustan las flores, así que abriste una floristería? ¡Jaja! Eso es dedicación; me gusta —afirmó Daniel con una risa. Le divertía y le encantaba que ella pudiera hacer realidad sus sueños.
—Supongo —Lucía sonrió y miró hacia abajo. Se sentía sofocada por dentro e intentaba mantener la calma lo mejor que podía.