Lucía parpadeó un par de veces antes de sentarse y mirar hacia la ventana, donde la luna se escondía detrás de las densas y grises nubes.
—Parece que va a llover fuerte —murmuró Lucía. Se levantó de la cama y abrió su ventana, que daba a un balcón.
—¡Ah, qué frío! —Lucía tembló y tomó una manta, cubriendo su cuerpo mientras disfrutaba del frío. Se sentó en la silla y observó el ambiente sombrío. De alguna manera, eso le daba paz.
Lucía pensó en Gastone y lo que había estado haciendo mientras ella no estaba.
—¿Ya habrá seguido adelante? ¿Tendrá ahora una amante? —murmuró Lucía. Se mordió los labios y se dio una cachetada en ambas mejillas. —¡Ah! ¡No pienses en él! —exclamó.
Lucía puchereó y se recostó, estirando su cuerpo. Miró a lo lejos y se preguntaba dónde estaría la casa de la Señora Belo.