La figura se ajustó aún más la capucha para cubrir su rostro. Damon se encogió de hombros y continuó bebiendo su frustración.
—Si al menos pudiera oler su aroma, aunque fuese un poco —susurró Gastone y suspiró por lo equivocado que estaba. No podía entender por qué no olía el aroma de Lucía, ni siquiera uno débil cuando antes sí lo hacía.
Eso hizo que Gastone asumiera que Lucía podría estar llevando la piedra que Draco le había dado para ocultar su olor.
—¡Uf! Soy un imbécil por esto —susurró Gastone y bebió otra copa de vino antes de golpearla en la mesa pidiendo al barman que le sirviera otra.
Una mujer se acercó al lado de Gastone y parpadeó sus pestañas hacia él, coqueteando abiertamente.
—¿Qué estás haciendo allí, guapo? Me llamo Babi —se presentó y agarró la mano de Gastone con fuerza para un apretón.
—No estoy interesado —respondió Gastone y rápidamente retiró su mano. Su rostro mostró disgusto y desagrado por sus acciones, pero la mujer lo ignoró.