Gastone tenía la boca abierta por la sorpresa. Retrocedió en silencio por unos segundos antes de volver a mirar la cara de Lucía.
—¿Qué dijiste? No te he oído bien —murmuró Gastone con el ceño fruncido.
—¡Dije que eres la mejor leche que he probado jamás y quiero más! ¡Así que, déjame chuparte! ¡Quiero beberla desde tu pijaku! —gritó Lucía avergonzada. Sus mejillas se enrojecieron al repetir sus palabras, que requerían mucho valor para decir.
Gastone se quedó petrificado en su sitio. No sabía cómo reaccionar ante la osadía de Lucía. Se mordió los labios y suspiró profundamente antes de agarrar el hombro de Lucía para hacerla enfrentarse a él.
—Ya te dije que te respetaras, ¿recuerdas? No me gustas, y hacer eso hace que todo sea incómodo —explicó Gastone seriamente, asegurándose de que sus palabras fueran claras para que Lucía las entendiera.