El hombro de Lucía se encorvó y se hizo más pequeña. Caminaba ligeramente detrás de Gastone avergonzada. No podía evitar sentirse enfadada por cómo Gastone ignoraba sus sentimientos.
—Ya estamos aquí. Vamos —dijo Gastone inocentemente y le hizo señas a Lucía para que lo siguiera. Era una tienda de ropa interior.
La cara de Lucía se iluminó como un tomate. Antes no le importaba comprar ropa interior, pero Gastone era un hombre, y era la primera vez que iba de compras con uno.
—Es-espera... ¡No tienes que hacerlo! —llamó Lucía, pero Gastone la ignoró y fue directo a la sección más cercana.
Gastone encontraba normal comprar esas cosas para su pareja. Incluso quería elegir un par de conjuntos que le quedaran mejor.
—Lucía, ¿te gusta este? —preguntó Gastone y mostró unas bragas de algodón, pero Lucía se las arrebató de las manos.