Gastone suspiró profundamente mientras bajaba las persianas de la ventana, haciendo que el carruaje oscureciera en su interior, pero aún podía ver. Miró a su pareja y se preguntó sobre lo que Draco había dicho. Le hería el orgullo escuchar a Draco, pero estaba dispuesto a intentarlo por el bien de Lucía.
—¿Ya puedo quitármelos? —preguntó Lucía con voz suave. Se estaba sintiendo incómoda llevando el antifaz durante tanto tiempo.
—Ah, sí —respondió Gastone y le retiró el antifaz. Sus ojos grises se encontraron y el corazón de Gastone dio un vuelco.
—¿Eh? —Lucía se frotó los ojos para ajustarse a la oscuridad.
—Ah, pronto llegaremos —dijo Gastone de forma incómoda y miró hacia el lado.
El aroma de Lucía se emanaba en el estrecho espacio entre ellos e hizo que el lobo de Gastone se volviera loco, pero no importaba cómo intentara encontrar a su pareja, no hallaba a nadie.
—Ehmm, señor... ¿Quiero saber su nombre? —preguntó Lucía y frunció los labios mientras jugueteaba con sus dedos.