Gastone movía ansioso sus dedos esperando una respuesta. Finalmente, trajo a Lucía al reino de los hombres lobo ya que no podía permitirse dejarla atrás, sabiendo que era perseguida por hombres peligrosos.
—¿Estás loco? —gritó Draco incrédulo. Se frotaba la cara mientras caminaba de un lado a otro.
—Le puse una venda en los ojos para evitar que viera el portal —argumentó Gastone para justificar sus acciones, pero Draco no se convencía.
—¡Ella es humana! Este no es el momento adecuado para añadir problemas, ¡Gastone! —Draco elevó su voz. No esperaba más estrés en ese momento.
—¡Pues no puedo dejar a mi pareja sola! —Gastone se levantó y gritó. No le gustaba cómo Draco despreciaba a su pareja por ser humana y no un lobo.
—Rosina acaba de dar a luz. ¡No quiero que se preocupe por esto! —argumentó Draco. Solo quería cuidar de su propia pareja.
—Tú no eres el único preocupado aquí. ¿Qué harías tú en mi lugar? —Gastone se plantó cara a cara con Draco.