Los participantes y los Caballeros se miraban unos a otros en confusión. No alcanzaban a entender, pues en sus ojos, Vicenzo era un Caballero.
—¿Qué quieres? —preguntó Felissa. No tenía nada que decir y el cansancio la inundaba.
—Quiero pagar por mis pecados y demostrarme que soy digno de estar a tu lado —explicó Vicenzo y se arrodilló en una rodilla. Respetaba a Felissa como líder, aparte de ser su pareja.
—Por favor, levántate —susurró Felissa y miró alrededor. No quería avergonzar a Vicenzo sometiéndolo ante ella.
Los padres de Felissa le enseñaron que una Luna siempre debe someterse al Alfa, y la manada seguiría. Con ese conocimiento, quería construir la Manada de Medianoche que no mancharía el nombre de Vicenzo como un Alfa débil, especialmente dado que su origen no era significativo a ojos de los nobles.