—P-paku… ¿¡me abofeteaste!? —Piku estaba atónita de que su gemela, la cual nunca la había lastimado y siempre apoyaba las decisiones que tomaba en la vida, se atreviera a hacerle daño físicamente. Eso solo fue un golpe a su ego.
—Como tu hermana, no te permitiré hacer tales cosas, Piku. Despierta y deja de soñar despierta. Tenemos trabajo que hacer —declaró Paku con indiferencia antes de irse y volver al Palacio para encontrarse con el Jefe Omega.
—¡Eres mi hermana! ¡Deberías apoyarme! —gritó Piku con ira. Se sentía traicionada por la única persona en la que pensaba podía confiar.
—Sí, te apoyaré si te comportas como una loba normal. Ser una amante y hacerle daño a otra mujer está mal. Imagina si estuvieras en los zapatos de la Señorita Felissa y otra mujer intentara robar a tu pareja. ¿Qué harías? —gritó Paku. Se irritó por la insistencia de Piku.