Felicia yacía fría en la hierba mientras se bañaba en su propia sangre. Escuchó cómo sus pasos se alejaban, dejándola allí para morir.
—¿Es este el final? —pensó Felicia mientras sus párpados se hacían más pesados con cada segundo que pasaba. Una sonrisa se formó en sus labios mientras se relajaba y se entregaba a la sensación. Estaba lista para dormir por la eternidad.
—Felissa, no seas tan dura con tu pareja —susurró Felicia una última vez antes de cerrar los ojos y sentir que su conciencia se desvanecía.
El sistema del cuerpo se apagó y el corazón dejó de bombear sangre. Yacía allí mientras su cuerpo se enfriaba y sus músculos se volvían rígidos.
Felissa debía controlar el cuerpo de nuevo para que respiraran, pero se negó después de lo que había sucedido. No quería ver ni enfrentarse a Vicenzo después de que se sintió herida por sus palabras y acciones.
En el oscuro vacío de su conciencia, Felicia y Felissa se miraron la una a la otra.