—Felissa observó a su pareja recibir una paliza, y no pudo detenerlo. Se formó un sentimiento de impotencia dentro de ella y creció el odio que comenzaba a sentir por Rosina.
—¡Es tan cruel hacer esto! —pensó Felissa mientras apretaba los dientes—. Finalmente, solo pudo cerrar los ojos para evitar ver a Vicenzo, pero los gruñidos de su dolor eran demasiado para ella. Dejó la arena apresuradamente con lágrimas corriendo por su rostro.
—Felissa fue a los árboles frutales y vio las abundantes manzanas en cada rama. Estaba asombrada, pero devastada al mismo tiempo. La sensación de no tener libertad se derramó sobre su cuerpo. Pensó que finalmente podría elegir y hacer cosas por sí misma, pero estaba equivocada.
—La opresión de una cuerda invisible en su cuello se sentía más apretada, y eso la hizo atorarse psicológicamente. Felissa comenzó a hiperventilar y sus ojos se volvieron borrosos. Se sentó en el suelo y recostó su espalda contra el árbol.