Felissa y Vicenzo habían llegado al Corona de Sable y entraron directamente al Palacio.
Actualmente, Felissa estaba esperando afuera de la oficina de Rosina para hablar con ella sobre lo que había pasado con su familia mientras Vicenzo se fue a la estación de los caballeros.
—¡Ah! ¿Qué debería hacer ahora? —exclamó Felissa mientras se mordía los dedos. Estaba agitada, y su ansiedad se estaba acumulando.
Poco sabía Felissa que Rosina había estado detrás de ella por unos segundos, pero no se dio cuenta.
—¡Ugh, no puedo creer que me hayan rechazado! —Felissa estaba exasperada y se golpeó su propia cabeza debido a su humillación.
—¿Por qué? ¿Qué hiciste? —preguntó Rosina en un susurro, ya que se interesó en el tema.
—¡Kyah! ¡Me asustaste! —gritó Felissa y puso una mano en su pecho intentando calmar su corazón acelerado.
—¡Jaja! Te ves graciosa, Felissa. Ahora dime, ¿qué pasa? —dijo Rosina antes de abrir la puerta de la oficina.