Vicenzo no tuvo más remedio que seguir a Felissa, ya que era su caballero. La puso dentro del carruaje y estaba a punto de montar de nuevo en su caballo, pero Felissa lo detuvo.
—Señor Vicenzo, acompáñeme —dijo Felissa mientras agarraba la camisa de Vicenzo.
—Señorita, necesito asegurar su seguridad, y no puedo hacerlo viajando dentro del carruaje —dijo Vicenzo fríamente antes de apartar la mano de Felissa de él. Montó en su caballo y se fue hacia atrás.
El pecho de Felissa sintió una leve presión por el rechazo de Vicenzo. Ella pensó que podría acercarse más a él ya que pasarían tiempo juntos, pero la frialdad permanecía entre ellos.
—¡Ah! Me pregunto dónde estará mi pareja —pensó Felissa mientras se recostaba. Miró fuera de la ventana y vio algunas parejas caminando, aferrándose del brazo de su compañero.