Rosina estaba junto a la puerta acariciando su vientre. Había crecido más prominente y era más difícil de ocultar, pero no tenía planes de anunciar su embarazo al público hasta que los problemas del Monarca terminaran.
El sonido de la puerta al abrirse captó la atención de Rosina. Felissa asomó y lentamente salió afuera, empapada en agua. Solo una toalla estaba envuelta alrededor de su cuerpo.
—Deberías vestirte. Te preparé una camisola —dijo Rosina, señalando la cama donde estaba colocada una vestido limpio.
—Gracias —murmuró Felissa antes de caminar hacia la cama y dejar caer la toalla mojada al suelo, dejando su cuerpo desnudo a la vista de Rosina.
El aliento de Rosina se entrecortó al ver la piel de Felissa, pero se controló y observó a Felissa ponerse la ropa.
—Felissa, dime qué pasó —Rosina preguntó para recabar un poco de información de ella.
—Ah… No estoy muy segura —susurró Felissa, enfrentando a Rosina con la cabeza gacha.