Rosina miraba la Luna brillando en el cielo. Suspiró profundamente y quería una respuesta a su pregunta antes de proceder con su plan.
—Vanda, quiero hablar contigo —declaró Rosina mientras miraba el resplandor lunar.
—¿Me llamaste? —se escuchó la voz de Vanda dentro de la habitación.
Rosina se giró y vio a Vanda desplomada en su cama. —Sí, tengo algo que preguntarte —dijo pensativa.
—¿Qué es? Es tarde, y hoy quiero dormir temprano —se quejó Vanda y se estiró en el cómodo colchón.
—Hemos conocido juntas por mucho tiempo e hicimos algunas cosas indescriptibles, pero todavía no sé quién eres realmente —Rosina susurró lentamente y caminó hacia la cama.
Vanda sonrió con suficiencia y se enfrentó a Rosina. —Tu curiosidad te matará —dijo juguetonamente.
—Ya estoy muerta. ¿Qué más puede pasar? —Rosina se encogió de hombros y no quiso jugar a los juegos mentales de Vanda.
