Rosina y Draco estaban fuera de la puerta cerrada del Palacio. Los guardias sostenían la perilla mientras esperaban el momento exacto.
—¿Estás lista? —preguntó Draco con una encantadora sonrisa en su rostro. Estaba emocionado en ese momento después de soñar con caminar al lado de Rosina.
—Sí, lo estoy —respondió Rosina con una sonrisa forzada. Estaba un poco nerviosa, no por la corona, sino porque si alguien decidía provocar caos para detener la coronación, ella no podría contribuir en nada.
—Eso está bien. Pase lo que pase, estaré a tu lado —susurró Draco y apretó fuertemente la mano de Rosina, asegurándole su seguridad.
Rosina agradeció el gesto e inhaló profundamente mientras la gigantesca puerta se abría. Contuvo la respiración al ver las rosas rojas por todas partes, y los lobos dentro tenían un broche de rosa en su ropa.