Rosina gimió mientras su conciencia la despertaba. Parpadeó y lo primero que vio fue un par de colmillos acercándose a su cuello. Sus ojos se abrieron como platos al darse cuenta, y con todas sus fuerzas, empujó a Draco lejos de ella.
—¡Aléjate de mí! —Rosina gritó tan fuerte que su voz creó una poderosa onda de viento que lanzó a Draco contra la pared.
—¡Ack! —Draco gritó de dolor y oyó varios de sus huesos crujir con el impacto.
—¿Qué estás haciendo, Draco! —Rosina gritó y se revisó el cuello para ver si la había marcado. Suspiró aliviada al notar que su piel aún estaba limpia.
—Rosina… Debería marcarte— Draco fue interrumpido por el grito de Rosina.
—¡No! —Rosina retrocedió cuando vio la determinación en sus ojos para hacerle la marca de pareja.
—Por favor, entiende. Si te marco, tu cuerpo volverá a cambiar. Ya no eres un demonio —explicó Draco, esperando aliviar la tensión de Rosina.