La noche cayó, Draco y sus hombres se reunieron para hablar sobre su próximo paso en la guerra.
Por otro lado, Rosina se aventuraba sola a través de la oscuridad dentro del bosque.
—¡Vanda! ¡Vanda! ¡Sal! —Rosina llamó y miró alrededor buscando la aparición de Vanda. Había estado llamando a Vanda durante quince minutos pero no aparecía.
—¡Vanda! Si no apareces... ¡Te llamaré vieja! —Rosina gritó y cruzó sus brazos.
—Ugh, eres ruidosa. ¡Es tarde en la noche! —Vanda gruñó mientras aparecía en un portal subterráneo con su camisón y mascarilla facial.
Vanda estaba en la cama intentando dormir algo de belleza, pero Rosina no dejaba de llamar.
—Finalmente decidiste aparecer, —Rosina suspiró y caminó hacia Vanda, quien todavía estaba acostada en el pasto.
—¿Qué quieres? —Vanda murmuró con un bostezo.
—He cambiado de opinión. No quiero la corona para mí, —Rosina declaró en voz baja. Pensó que Vanda reaccionaría, pero se mantuvo tranquila.