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—Ugh —Orso gimió al despertar. Parpadeó varias veces antes de que su visión se volviera más clara. Primero vio la cara de Rosina a una pulgada de la suya.
—Hola, te has despertado antes de lo esperado —Rosina susurró con una sonrisa.
—¡Su Alteza! —Orso exclamó y estaba a punto de retroceder cuando notó que su movilidad estaba restringida. Fue entonces cuando vio las cuerdas atadas en sus cuatro extremidades.
Los ojos de Orso se abrieron de par en par al darse cuenta cuando Rosina levantó la cabeza y le mostró todo su cuerpo desnudo.
—¿Recuerdas este cuerpo, Orso? —Rosina preguntó y se lamió los labios. Su cintura estaba sobre el c0ck endurecido de Orso y estaba a segundos de insertar la punta de su cabeza dentro de ella.
—¡SU ALTEZA! ¡POR FAVOR NO LO HAGAS! —Orso gritó horrorizado. Intentaba tirar de sus piernas hacia delante en un intento de esconder su c0ck, pero la atadura era demasiado ajustada.