—Ugh —gruñó Draco mientras abría los párpados. Su visión estaba borrosa, y tardó un rato en ajustarse, pero todo lo que veía era oscuridad.
—¿Dónde estoy? —murmuró Draco mientras se levantaba. Estaba rodeado por la total oscuridad. Permaneció quieto e intentó sentir la atmósfera cuando alguien tocó su mano.
—¡Ah! —gritó Draco y adoptó una posición defensiva cuando escuchó la risita de Vanda.
—Tranquilízate —dijo Vanda con diversión antes de encender la vela para alumbrar alrededor.
—¿Dónde estamos? —preguntó Draco mirando a su alrededor cuando notó los mismos arañazos de garras en las paredes.
—¿Qué crees? —rodó los ojos Vanda. Movió la vela en una dirección específica, y en ese lugar estaba una chica abrazándose a sí misma en posición fetal.
Draco miró las cadenas de plata en las muñecas y tobillos de la chica que parecían nuevas, comparadas con las que había visto antes, viejas y oxidadas.