Draco miró la habitación de Rosina, que estaba llena de polvo, y la oscuridad no hacía el lugar más acogedor. Suspiró profundamente al descubrir que Rosina se había ido; eso le rompió el corazón.
—Ah, ¿qué estoy haciendo? —Draco cerró los ojos mientras se sentaba en la cama. Sentía la presión de obtener la corona para él y pensaba que era una carga, pero no podía escapar.
—Estará bien —susurró Draco para consolarse mientras suspiraba fuertemente. Miró la vieja cama que estaba a punto de colapsar. No pudo evitar pensar en qué tipo de vida había sufrido Rosina en manos de sus padres.
—¿Draco? —Bertrando llamó a la puerta para llamar la atención de Draco. Sonrió y se apoyó en la pared.
—¿Qué pasa? —Draco levantó la mirada. Alzó una ceja hacia Bertrando, quien finalmente estaba despierto.
—¿Dónde está Rosina? —preguntó Bertrando.
—Se fue, pero volverá después de tres días. Eso es lo que dijo —respondió Draco con un suspiro. Se levantó de la cama y se enfrentó a Bertrando.