Rosina se encontraba junto a la ventana de su oficina y observaba a los hombres lobo allá abajo. Después de su charla durante el desayuno, Bertrando y Cirino se movieron de inmediato para aplicar las reglas de Rosina a la manada.
Pero lo que perturbaba los pensamientos de Rosina eran los sentimientos que tenía por Draco. Quería llamar a Vanda para pedirle sugerencias, pero no quería molestarla.
Un golpe en la puerta devolvió a Rosina a la realidad. Se arregló antes de permitir que la persona entrara.
—Adelante —dijo Rosina y se sentó en el sofá.
Draco entró con una sonrisa. Estaba completamente vestido y llevaba un abrigo negro al lado. Se acercó a Rosina y besó la parte superior de su cabeza para mostrar afecto.
Rosina se quedó helada pero dejó que Draco la besara.
—¿Cómo estás? —preguntó Draco suavemente. Notó que Rosina parecía preocupada y pensó que era por la guerra contra Corona de Sable.