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La boca de Rosina se quedó abierta cuando vio la residencia de Gastone. El lugar parecía más extravagante que el de Draco.
Gastone decidió llevarla a su residencia para hacerle cumplir su castigo y Rosina obedeció de buena gana. Tener control sobre una persona alimentaba el orgullo de Gastone y le gustaba.
«Gastone y Draco son completamente opuestos», pensó Rosina mientras miraba la gran combinación de colores blanco y oro en todo lo que veía, mientras que la residencia de Draco estaba llena de colores oscuros y el aura parecía sombría.
—¿Te gusta? —preguntó Gastone. En ese momento, estaban dentro del carruaje y Rosina miraba por la ventana.
—Su Alteza, esta sirvienta en verdad admira la residencia del Príncipe Heredero. Es un honor
Rosina fue interrumpida por la mano de Gastone.
—Cortemos con la formalidad —Gastone se aclaró la garganta y miró hacia otro lado.