Rosina bebió la leche tibia con un profundo suspiro de satisfacción. Vanda se fue después de su conversación, dejándola sola en la rama del árbol.
En ese momento, la guerra entre los renegados y los caballeros estaba a punto de terminar. Para sorpresa de Rosina, los renegados estaban ganando.
A pesar de que los caballeros tenían espadas y armaduras de plata, su número de tropas no era suficiente para derrotar a todos los lobos que los atacaban.
—En una guerra como esta, los números juegan un papel fundamental —murmuró Rosina y se recostó en el tronco del árbol.
Draco, Gastone, Silvio y varios caballeros todavía estaban en pie, pero notaron sus desventajas al ver sus tropas caídas. Se enfrentaron al gigantesco lobo beige que escupió el cuerpo muerto de un caballero.
El lobo se transformó en su forma humana y los enfrentó.
—Ríndanse y entreguen mi mensaje al Monarca —afirmó Pepe con firmeza, y el resto de los lobos se reunieron frente a él como protección.