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Rosina sonrió socarronamente cuando Dino estuvo de acuerdo con ella. Agarró el hombro de Dino y lo empujó para que se sentara de nuevo en el tronco.—Me gustas mucho, pero tú también tienes que gustarme —murmuró Rosina y sostuvo la cabeza de Dino para que la mirara.
—Pero no te conozco —respondió Dino. Su corazón pertenecía a Ines, pero se sentía atraído por la p^ssy de Rosina.
Rosina se hizo la sorda a las palabras de Dino. Su cuerpo empezó a temblar de anticipación lujuriosa por el c0ck de Dino. Bajó su cabeza y le plantó un beso en los labios.
La autodefensa de Dino se desplomó al instante ante la textura de los labios de Rosina.—Eres suave.
—Lo sé —susurró Rosina y se agachó. Agarró los pantalones de Dino y los rasgó para mostrar su c0ck.