—Todavía eres virgen, ¿verdad? —afirmó Rosina con una sonrisa pícara antes de sostener la cintura de Violetta y voltearla en la cama.
—¡Ay! —Violetta gimió cuando su cabeza golpeó el duro colchón—. ¿De qué hablas? ¡Tengo experiencia!
—Je —Rosina la miró con ojos velados—. Podía ver el tono rosa claro en las mejillas de Violetta debido a la vergüenza.
—Entonces veamos quién ganará —declaró Rosina antes de bajar su cabeza y lamer el cuello de Violetta, lo que le envió escalofríos por la espina dorsal.
—Ah~ —Violetta gimió inesperadamente por la sensación desconocida que sintió—. Se apresuró a cubrir su boca para evitar que se escaparan más ruidos.
—¿Te gusta eso? —Rosina murmuró y comenzó a besar el cuello de Violetta—. Podía sentir la vibración de su piel bajo su toque.
Violetta se mordió los labios. Sentía que perdería si Rosina continuaba dándole placer. Agarró el hombro de Rosina, la empujó hacia atrás y besó sus labios.