Eleana simplemente miró fijamente a su hermana.
—¿Y si tiene un hijo por amor? —ella le preguntó.
—Entonces se rompería —dijo Marie—. Él recuperaría su corazón. Pero te aseguro que fue él quien quiso esto. No tú ni nadie más. Él tomó la decisión por sí mismo.
—¿Y qué hay del hecho de que lo has cambiado? —le preguntó Eleanor—. ¿Qué hay de eso? ¡Lo encontré en el suelo ya transformándose en esa... esa cosa!
—Fueron las consecuencias de sus acciones —dijo Marie sin siquiera inmutarse—. Le advertí que habría consecuencias. Dijo que las quería de todas formas.
—Necesita algo si va a convertirse en un monstruo —dijo Elena—. Sé en lo que lo convertiste. Tú sabes en qué fue convertido pero él no.
—Como dije, era un precio que debía pagar y lo aceptó voluntariamente. Sabes que nadie puede recibir un hechizo de mí a menos que esté dispuesto —dijo Marie.
—¿Cómo puedo detenerlo? —preguntó Elena—. Más te vale que me lo digas.