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Xaden observó cómo el alfa mantenía su posición y luego se rio.
—Estás jugando con fuego —le prometió Xaden—. Quítate de en medio si no quieres salir herido. Te daré una muerte rápida en lugar de ser despedazado.
—Por favor —rogó Jazmín—. No hay necesidad de esto.
Ella se volvió hacia el Alfa que estaba manteniendo su posición.
—Te lo suplico, esta es su manada y solo déjalo ir conmigo —rogó—. No me quejo.
—Te están arrastrando como a un animal —espetó el alfa—. Y yo voy a poner a este perro en su lugar.
Los ojos de Xaden ardían como fuego y sus garras salieron.
En ese momento, todos los otros Alfas llegaron y se pusieron justo detrás del primer alfa.
Tenían sus heridas cosidas, sus brazos vendados y sus piernas amputadas.
Pero él los conocía.
Todos eran hombres a los que Jazmín había tratado.
El joven alfa se volvió a mirar a aquellos que se habían solidarizado con él.
Se volvió de nuevo para enfrentarse a Xaden.