No podía dejarlo solo.
Lo vi enfrentarse a tres lobos de una vez.
—¡Te dije que corrieras! —me advirtió.
Y entonces, en ese momento, perdió la guardia y un lobo se le lanzó al hombro y lo mordió fuertemente.
Aspiré aire bruscamente. —¡Xaden!
Él usó una hoja para abrirse camino a través del lobo y entonces éste gimió.
Se volvió hacia mí. —¡Dije que corras y eso es una orden!
Me di cuenta de que en realidad yo era una distracción y no tenía más opción que huir.
Corrí y, por suerte para mí, no llevaba puestas las cadenas al dejar el lago, así que pude correr más rápido.
Jadeando, tomé diferentes rutas y escuché a los lobos aullando en la distancia y recé por que Xaden estuviera bien.
Oí un aullido más cercano, me giré y vi a un lobo corriendo hacia mí.
Corrí más rápido tratando de esquivarlo lo mejor que podía.
Pero sabía que me alcanzaría.
Mientras me apresuraba, me oculté entre los arbustos y el lobo se detuvo intentando encontrar el camino que tomé.