Mientras Corral seguía adelante de regreso a donde habían dejado los caballos, no podía dejar de preguntarse si todo era imaginación suya.
Seguía rezando para sí misma que eso en realidad no era más que un mal sueño.
Una pesadilla de la que quería despertar con un chasquido de sus dedos.
Pero no podía.
Esto era, de hecho, la realidad.
Era como si incluso en la muerte su hermana hubiera venido a atormentarla.
¿Después de todos estos años? ¿Por qué nunca había vuelto?
Si no se había ahogado entonces, ¿cómo es que había reaparecido de alguna manera?
Habían buscado por todos lados su cuerpo y ni siquiera pudieron encontrarlo.
Empezó a tirarse del cabello y a morderse las uñas de los dedos.
Esto era malo.
Esto era realmente malo.
Si sus padres sabían que la esclava Jazmín era su nieta, entonces no solo la acogerían, sino que harían una investigación a fondo de su hermana y cómo había logrado sobrevivir.
Corral quería volverse loca.
Pateó un guijarro mientras pasaba.