—¡Esta es la niña de la que mataste! —llegó la acusación más feroz y cortante.
El corazón de Corral comenzó a acelerarse.
—No, eso no es verdad —Corral negó vehementemente con la cabeza.
Cherry no dijo nada mientras Corral se volteaba para mirarla.
—Pero tú dijiste que la mataste —dijo Cherry tratando de controlar su enojo.
—Lo hice —dijo Corral exasperada.
Ella la había empujado dentro del agua, la había ahogado, la había visto bajar al fondo del mar.
Nadie había encontrado su cuerpo. Nadie.
—Lo viste —le dijo a su tía Cherry—. Buscaron su cuerpo y nadie lo encontró. Estaba muerta. La vi ahogarse. Recuerdo haberla empujado adentro.
Se volvió hacia Marie.
—Debe ser un error —dijo—. ¿Cómo puede mi hermana tener una niña?
—El Caldero nunca miente —dijo Marie alejándose del caldero—. Ven y mira por ti misma.
Cherry se acercó al Caldero y luego miró hacia dentro.
Luego levantó la cabeza de nuevo.
Su rostro dijo todo lo que había que decir.