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Jazmín se puso de pie mientras todos los demás observaban a los lobos apuntando sus flechas hacia ellos.
Tragó pesadamente y sintió su corazón latir tan rápido que parecía estar a punto de salirse de su pecho.
—Jared nos traicionó —juró Xaden.
Nadie dijo una palabra.
Ni una sola persona.
Incluso aquellos en el borde de la muralla permanecían con sus flechas apuntándoles.
Erik estaba detrás de él.
—¿Quieres que dé la orden? —preguntó Erik a Xaden.
Xaden lo miró con ojos llenos de sospecha.
—No. Todavía tenemos al resto de los hombres. Garrick se suponía que cuidaría de la manada —dijo Xaden—. ¿Dónde está él?
—Si estás buscando a tu comandante... —dijo una voz masculina.
Jazmín sintió escalofríos en los huesos y todo en ella escribía miedo.
Miró hacia la parte superior de la veranda del muro y vio que no era otro que su padre.
Xaden, en su propio camino, apretó los dientes.
—Entonces él está aquí —terminó Bale.