Xaden chasqueó los dedos y eso captó su atención.
Jazmín finalmente se giró y lo vio.
Los guardias se acercaron a él.
—Mi señor —lo saludaron.
—¿Por qué la prisionera no está encadenada? —preguntó lo suficientemente alto como para que ella lo escuchara.
Ella se estremeció al escuchar sus palabras.
Los guardias se miraron entre sí, inseguros de qué decirle.
—No recibimos órdenes de que debiera estar encadenada —dijo uno de ellos.
—Ella es una criminal peligrosa —dijo Xaden—. Y debe ser tratada como tal. No la subestimen, ella puede encontrar la manera de matar.
Los hombres se miraron entre sí y luego fueron a buscar sus cadenas.
Erik estaba mirando a Xaden.
Xaden le puso cara.
—¿Qué? ¿Quieres decir que exagero al ponerle cadenas? Ambos sabemos que es muy peligrosa y debe ser tratada con precaución.
—Nunca dije que exagerabas —respondió Erik.
—Bien —murmuró Xaden para sí mismo y luego se volvió a mirar los caballos.