Presente.
Todos esos momentos se derrumbaban en su mente, recordándole cómo había tratado a la única mujer que lo había amado.
La que lo había devuelto a la vida y lo había criado como a un niño.
La única que lo conocía por dentro y por fuera ya no estaba.
Y él la había rechazado.
La había echado de su casa.
La había desechado como a un trapo.
Y ahora nunca volvería a verla.
Nunca se disculparía.
¡Su orgullo había arruinado su vida! ¡Su estúpido ego le había costado a su propia madre!
Aulló y luego, cuando había aullado durante más de una hora, volvió a su forma humana. Su forma humana estaba, de hecho, hecha jirones.
Su cabello estaba un desastre, parecía haber caído del infierno.
Su ropa estaba hecha andrajos y tenía arañazos autoinfligidos en su propio cuerpo.
Se levantó y escaló la pared.
Usó sus garras para cimentar su postura en la pared hasta que alcanzó la cima.
Desprendió su cabeza de la estaca y la guardó en el hueco de su cuello.