Me quedé helada, mi corazón latiendo muy rápido.
—Alfa Xaden, buenos días, yo
—¡¿Pero qué mierda crees que estás haciendo?! —me ladró.
Su guapo rostro estaba en un estado completo de furia y pude ver cómo sus ojos de ónice brillaban.
Tragué duro.
—Solo estaba intentando cocinar —dije sinceramente aunque estaba asustada hasta la muerte.
—¿¡Cocinar!? —dijo él confundido.
Y luego miró detrás de mí y vio la comida que había hecho.
Era como si ni siquiera se hubiera dado cuenta de eso.
Su enojo se enfrió un momento, luego volvió hacia nosotros.
—¿Estás intentando matarme a mí y a mis hombres? —me preguntó—. ¿¡Estás intentando matarme a mí y a mis hombres!?
—No —respondí con la verdad—. Solo escuché a los hombres quejándose de la comida anoche. Así que salí a cocinar.
Él no creyó ni una palabra de lo que acababa de decir.
Toda su expresión facial lo decía.
—¿Una niña mimada cocinando? —me preguntó—. ¡No creo ni una palabra de lo que dices!
