—¡Alabada sea la diosa que nos observa desde lo alto! —Marie dijo con pura alegría al ver a Xaden y al resto de hombres entrar.
Xaden gemía y luchaba por entrar.
—¿Ella sigue viva? —preguntó Xaden.
—Por supuesto que sí. Si no lo estuviera, tú estarías muerto —Marie dijo examinándolo—. ¿Qué te pasó a ti y-
Entonces vio las marcas en su cuerpo.
—Oh querido, la infección se está extendiendo por todo tu cuerpo —dijo mientras seguía con el dedo las marcas sobre su piel—. ¿Lo conseguiste?
Erik abrió la gran bolsa de satchel y le entregó la copa de diamante.
Marie quería estallar en lágrimas.
Era una de las tres.
Una de las reliquias más raras que jamás se hayan encontrado. Y allí estaba ella, sosteniéndola.
Otras brujas y lobos, incluso aquellos de su reino original, nunca habían tocado esa copa.
Aquellos mayores que ella, pero aquí estaba con ella. Ni siquiera podía creer su suerte.
—¿No se supone que debes administrarla? —preguntó Loren y entonces Marie volvió a la realidad.