Los hombres montaron el campamento y se acomodaron.
Owen y dos hombres más salieron a cazar para encontrar algo de comer, mientras los demás se quedaron atrás vigilando y tomando notas del entorno.
Erik y Xaden fueron adelante para explorar los alrededores y asegurarse de que no había criaturas nocturnas otra vez.
Xaden sintió que el dolor lo aprisionaba y luego gimió.
—Xaden —dijo Erik, poniendo su mano sobre él.
El dolor golpeó a Xaden con fuerza otra vez, y Xaden luchó.
Erik se apresuró hacia él y lo sostuvo. —¿Qué te pasa, Xaden? —preguntó Erik.
Erik podía sentir cómo él se ponía cada vez más rígido, su cuerpo entero pesándole más de lo habitual.
Entonces Xaden levantó la vista hacia él y entonces sus ojos se volvieron completamente negros.
Erik lo miró horrorizado.
Xaden comenzó a espumar por la boca, pero no era espuma de saliva.
Era sangre, sangre negra.
—Dioses —dijo Erik.