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PERSPECTIVA DE AURORA
Aurora, entrando en pánico, subió corriendo las escaleras hacia su dormitorio.
Una vez en su habitación, apoyó la cabeza contra la puerta y respiró agitadamente.
—¿Qué le estaba pasando?
—¿Por qué todos la estaban faltando el respeto?
Antes nadie se atrevería a confrontarla o cuestionar su orden.
Ni siquiera los lobos que estaban en el ejército, menos aún esclavos como Lisa.
¡Esa estúpida mocosa!
Iba a enseñarle una buena lección.
Cuando terminara con ella, desearía estar muerta.
—¿Y qué quería decir esa pequeña zorra con que iba a ser la nueva amante? ¡Esa perra sabía algo! ¿Pero qué?
—Aurora —una voz oscura y profunda interrumpió su flujo de pensamientos.
Abrío rápidamente los ojos y vio a un hombre de pie en la habitación.
Ella apuntó con su daga hacia él.
—¿Quién eres tú? —preguntó ella—. ¿Cómo entraste en mi habitación?
Él levantó una ceja. —Veo que no quieres que esté por aquí o lo que tengo para ti.