Un búho volaba en el horizonte y finalmente vio su punto de aterrizaje.
Descendió hacia la torre de vigilancia y aterrizó en el brazo de alguien.
Leman bajó la mano y gentilmente acarició las plumas del ave.
La puerta se abrió y una sirvienta omega se apresuró a entrar.
—Mi señor —hizo una reverencia a Leman.
—Ve y encuentra al Alfa Bale. Hazle saber que ha llegado un mensaje para él —instruyó.
El muchacho hizo una reverencia. —Sí, mi señor —comenzó a dirigirse hacia la puerta cuando Leman se detuvo.
—Y una cosa más —dijo Leman.
El muchacho se giró.
—Sé discreto. Como siempre —dijo.
El muchacho hizo una reverencia. —Por supuesto, mi señor —y luego abrió la puerta y salió olfateando de la habitación.
Se apresuró a bajar los escalones de la torre del reloj y continuó corriendo.
El chico había estado en la manada de Luz de luna toda su vida y apenas tenía veinticinco años.