Aurora seguía golpeando la pared una y otra vez mientras Lisa, aterrorizada, se mantenía de pie con las rodillas temblorosas y contemplando si debía salir corriendo o quedarse.
—¿Y si Aurora le aplastaba la cabeza? ¿Y si descargaba su ira sobre ella?
—M-mi señora —Lisa comenzó a advertirle mientras la sangre comenzaba a gotear de los puños de Aurora.
Pero Aurora no paró, siguió golpeando enojada y gimiendo de frustración.
—Mi señora —dijo Lisa extendiendo la mano y tocando su hombro.
Aurora saltó al sentir su toque. —¡No me toques, idiota!
Eso fue lo último que Lisa necesitaba escuchar.
Rápidamente se retiró, retrocediendo de Aurora y luego hizo un gesto hacia atrás.
Para entonces, Aurora había dejado de golpear el cristal y solo respiraba pesadamente.
Lisa comenzó a moverse hacia un lado y a retroceder de Aurora, intentando escaparse corriendo.
Aurora se giró y la vio intentando irse. —¿Adónde crees que vas?
Lisa se quedó paralizada al instante, pillada en el acto.