—No importa, siéntate —ordenó él.
Pero ella seguía negando con la cabeza.
Se había acostado en la mazmorra y había emergido muy desaliñada.
—Me sentaré en el suelo si insiste en que me siente, mi señor —dijo ella, mirando hacia sus pies avergonzada.
—¿No te sentarás en la cama aunque yo te lo haya ordenado? —preguntó él sorprendido.
Ella negó con la cabeza permaneciendo firme. —Lo siento, mi señor. Y usted es un Alfa, yo sólo soy una esclava. No soy digna de sentarme en su cama.
Él la miró completamente desconcertado.
Xaden había sido testigo de muchas cosas, pero esto era nuevo.
Jazmín había sido golpeada, arrastrada, humillada y le habían pasado cosas peores.
Y sin embargo, aquí estaba ella diciendo que no se sentaría en su cama por quién era.
Cuando él esperaba que ella se resistiera, ella no lo hacía. Por ejemplo, en el momento en que las sirvientas la habían golpeado, en lugar de sentirse elevada por su castigo hacia ellas, había suplicado que no lo hiciera.