—Tú sabes esto —ella le dijo.
Él apartó la vista.
—No es lo mismo, Rosa —dijo él—. Estábamos destinados a estar juntos. Ya sea que ella se hubiera convertido en Reina o no, aún habríamos encontrado la manera de estar juntos. Era el destino.
—Entonces, si ella fuera Reina, ¿cómo te habrías sentido sabiendo que ella me exilió? —dijo Rosa—. De la misma manera que nosotros la hemos exiliado.
Rolando se giró y presionó sus dedos contra su sien mientras respiraba con exasperación.
—Eres demasiado amable —dijo él—. ¿No ves que ella se está aprovechando de ti? ¿No ves que todo lo que hace es manipularte para hacer lo que ella quiere?
—Lo último que me llamarías es buena o incluso decir demasiado buena. Tú sabes de lo que soy capaz y no quieres ver mi lado oscuro —ella le dijo al dar la vuelta.