Ella sintió la lágrima deslizarse por sus mejillas y justo cuando estaba a punto de limpiárselas apresuradamente, él las secó por ella.
Levantó la mirada hacia él sorprendida y él dijo lo más impactante de ese día.
—Si yo me casara contigo, sería un hombre mucho mejor que incluso tu padre —prometió.
En un día normal se hubiera reído y dicho que mentía como todos los hombres, pero ahí estaba él.
Un joven apuesto en un hermoso traje mientras que ella en un vestido corriente.
Todavía ni siquiera estaba vestida con su traje de novia.
Por eso él no sabía que ella iba a ser Reina.
Pero ella le creyó.
Le creyó cada palabra que le había dicho.
Y luego él hizo la cosa más sorprendente para ella.
Se inclinó y besó sus labios.
Ella jadeó al sentir el suave contacto de sus labios juntos y luego la electricidad.
Sus labios se unieron mientras él dejaba entrar su lengua en su boca y ella gemía de absoluto placer.
Este era su primer beso y era todo lo que había soñado.