La reina se alejó enojada tras presenciar el espectáculo de Jazmín.
Quería hacer mucho pero como reina tenía límites.
Inicialmente la familia real había tenido poder ilimitado pero su décimo bisabuelo había sido demasiado celoso con sus poderes y al final demasiado tirano.
Al final, se formó el consejo de los lobos para poner en jaque a la familia real.
Suspiró mientras seguía su camino extremadamente infeliz.
—¿Qué está pasando? —preguntó su marido, pero ella lo ignoró mientras avanzaba por los pasillos y sus damas de compañía la seguían ansiosamente detrás.
Una vez que llegó a su dormitorio, se sentó exasperada y simplemente miró hacia el horizonte.
Ya era tarde.
No había manera en el infierno de poder viajar de vuelta hoy.
Tendrían que pasar la noche aquí.
—¿Necesita algo su majestad? —preguntó una de las criadas.
Quería decir no, gracias y entonces se dio cuenta de que estaba extremadamente cansada y un baño sería encantador.