Xaden ahora volvió su atención hacia la multitud.
—Lamento haberles hecho esperar —dijo—. Pero como podrán darse cuenta, tenía otros asuntos urgentes que atender.
Luego se dirigió al Rey. —¿O usted tiene algo que decir? Ya sea su pariente de sangre o no, se debe seguir el debido proceso como marca la ley. ¿No es así?
Todos sus ojos se volvieron hacia el Rey, que se mostraba rey enojado.
No había nada que pudiera hacer respecto a lo que acababa de ocurrir. Era el juicio definitivo.
—Por supuesto —dijo el Rey.
Los ojos de Xaden brillaron y sus finos pómulos se giraron en dirección a la alta sacerdotisa.
—Creo que es hora del festival del halo —dijo—. No deseo hacer más demoras.
Ella hizo una reverencia. —Vendrá conmigo, mi señor.
Y juntos se dirigieron a las llanuras de los terrenos del castillo.
Todos los otros Alfas y gammas estaban presentes mientras él era conducido hacia una gran y llana piedra.