Erik caminaba por el pasillo.
Ya casi oscurecía.
Los Alfas comenzaron a murmurar acerca de la ausencia de Xaden.
Erik empujó las puertas y entró en la sala de estrategia.
Todos los alfas se volvieron y lo vieron.
—¿Han solicitado mi presencia? —preguntó Erik.
—Pedimos la presencia de Xaden. No la tuya —dijo James, el Alfa de la manada Fría—. ¿Dónde está? Nos ha hecho esperar demasiado tiempo.
—Soy su gamma —dijo Erik—. Él está ocupado con otras cosas. Cuando esté listo, se presentará. Mientras tanto, estoy aquí para atender lo que sea que quieran.
—¡Dijimos que queremos ver a Xaden! ¡No a su títere! —dijo Alpha Brian, el Alfa de la manada de arena.
Todo el grupo de Alfas aclamó en acuerdo y alboroto.
—Ya lo he dicho, Xaden no puede ser visto —dijo Erik ignorando su insulto—. Cualquier cosa que tengan que decir, díganmela a mí.
—¡No hablamos con los despreciados! —exclamó otro Alfa con arrogancia.
Erik lo asimiló.
Él sabía lo que querían decir con despreciados.